12.18.2007

A Sananda .



I

Constelaciones,

Lejos del claro suceder de nuestro amor,

Nació a esta vida

Como un mandato de verdad

Claridad y luz.

Y tu luna,

Que apenas yo conozco por su nombre,

Supo de juegos,

De risas, de ternuras y de asombros.

Sananda se apuraba pues quería acercar,

Su beso, su alegría, su paz de trascender.

Merope, de Myrúa hija mayor,

Le susurró al oído una parábola una noche.

Le hablaba de verdades que el hombre no sabía.

Y que en la bella Urantia languidecía su luz.

Sananda se apuraba pues quería acercar,

Su beso, su alegría, su paz de trascender.

II

Ven luego a esta tierra.

Enséñanos el sendero a casa.

Yo siempre supe que era un cisne bello...

Nunca me conformé con mi destino.

Porque la tierra entera a mí pertenecía.

Y eran míos los ríos que la regaban.

Ven luego a esta casa, te estamos esperando.

Tenemos agua fresca, el pan está caliente.

Te ofrecemos cobija, el amor de mis hermanos.

No importa que a tus ojos

Los hombres finjamos tener el corazón de piedra.

Pero, hermoso Sananda, escucha lo que digo:

No en vano en esta tierra, mucho dolor hemos padecido.

Y acostumbrados estábamos a las cadenas;

Amamos la materia que cubre el sentimiento.

Pero así es como un día nos fuimos despertando.

No quisimos sentirnos un día más pedruscos,

Piedras, cueros, vasijas de un licor que nadie bebe.

Nuestra alma precisa mostrarse a todo el m undo.

Qué digo ¡al universo , para que Aton ,

Hinche su corazón de orgullo,

Al ver como sus hijos dan gracias cada día ,

Por ser seres divinos, flores de alguna galaxia;

Pólen que el Padre riega por entre los surcos

De este Universo en expansión.

Agua del Obispo

Valdivia

18 de Enero del 2.007


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